Solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre) y los fieles difuntos
(2 de
noviembre)
Para
comprender el significado de la solemnidad de todos los santos y la
conmemoración de los difuntos hay que saber que existen tres estados en la
Iglesia:
1- La iglesia peregrina en la tierra. En ella estamos nosotros hasta el día de nuestra muerte.
2- La iglesia purgante (en el purgatorio), la componen los difuntos que necesitan aún purificación antes de entrar en el cielo. Por ellos oramos el día de los difuntos, el 2 de Noviembre, para que pronto vayan al cielo. (No rezamos por los que están en el infierno porque su condena es irreversible)
3- La iglesia triunfante, ya glorificada en el cielo. A ellos, los santos, les honramos el 1 de Noviembre.
1- La iglesia peregrina en la tierra. En ella estamos nosotros hasta el día de nuestra muerte.
2- La iglesia purgante (en el purgatorio), la componen los difuntos que necesitan aún purificación antes de entrar en el cielo. Por ellos oramos el día de los difuntos, el 2 de Noviembre, para que pronto vayan al cielo. (No rezamos por los que están en el infierno porque su condena es irreversible)
3- La iglesia triunfante, ya glorificada en el cielo. A ellos, los santos, les honramos el 1 de Noviembre.
MEDITACIÓN SOBRE LA MUERTE
Imagínate ahora
como si estuvieses en el lecho, a punto de morir y de dejar todas las cosas de
este mundo...
Oh Dios
mío, dadme una buena y santa muerte, y después la gloria eterna del
Cielo...
1.- Soy joven,
tengo salud y fuerzas; y casi parece que me he hecho la ilusión de que yo no he
de morir. Y sin embargo mi vida pasa. ¡Cuántas veces he visto las aguas de un
río, cómo van bajando, bajando hacia el mar! Así mi vida va caminando, caminando
hacia el sepulcro. Cada día que pasa estoy un día más cerca de la muerte. Al
viajar en ferrocarril, ¿no he visto cómo unos bajan en una estación, otros en
otra, hasta que no queda nadie en el tren? Así en esta vida, unos acaban su
viaje en la infancia, cuando son aún pequeñitos; otros, en plena juventud. ¿No
he visto morir a algunos jóvenes, que quizá eran amigos o conocidos míos?
¿Llegará un día para mí la muerte? Ciertamente que sí. ¿Cuándo será? No lo sé.
¿En dónde moriré? No lo sé. ¿Cómo moriré? No lo sé, no lo sé. Piénsalo unos
momentos.
2
¿Qué es
morir? Es separarse el alma del cuerpo. Han vivido siempre juntos, y es
necesario separarse. El cuerpo, cada día lo vemos, es llevado al cementerio, en
donde se deshace y se pudre. Pero el alma, ¿a dónde va? Este alma que tengo, que
me hace conocer, recordar, querer, ¿dónde va? Ella no va al cementerio, sino que
en el mismo instante en que se separa del cuerpo, se presenta ante el tribunal
de Dios, el cual le pide cuenta de todo lo que ha pensado, dicho y hecho en toda
su vida. Si ahora mismo tuvieras que presentarte delante de Dios, ¿estaría
tranquila tu conciencia? Piénsalo bien.
3.- ¡Qué
terrible ha de ser presentarse delante de Dios en pecado mortal y oír la
sentencia de condenación eternal Ya no se puede volver atrás; el mundo ha pasado
para siempre y la sentencia de Dios se cumplirá, sin que valgan súplicas ni
excusas de ninguna clase. ¡Qué dulce y delicioso debe ser presentarse el alma en
gracia de Dios, es decir, sin pecado mortal algunol ¡Qué alegría al ver que se
le abren las puertas del Cielo, y que allí vivirá eternamente. Piénsalo
bien.
4- ¿Qué
prefieres? ¿Qué desearías haber hecho en la hora de tu muerte? Hazlo ahora,
porque después quizá sería ya tarde. Forma el propósito de portarte bien, de
cumplir los mandamientos de la Ley de Dios, de huir del pecado y de frecuentar
devotamente los santos Sacramentos. No te dejes engañar de las vanidades del
mundo, que a tantos condenan y que pronto han de acabar; trabaja por salvar tu
alma, que no morirá nunca. Mira cómo te has portado hasta ahora; y si ves que no
vas por el camino del Cielo, procura enmendarte y cambiar de vida. Piénsalo
bien.
P. Luis
Rivera
Solemnidad de Todos los Santos (1-11) y los fieles
difuntos (2-11)
La solemnidad
de Todos los Santos como la conmemoración de los Difuntos, son dos celebraciones
que recogen en sí, de un modo especial, la fe en la la vida eterna. Y aunque
estos dos días nos ponen delante de los ojos lo ineludible de la muerte, dan, al
mismo tiempo, un testimonio de la vida.
El hombre, que
según la ley de la naturaleza está "condenado a la muerte", que vive con la
perspectiva de la destrucción de su cuerpo, vive, al mismo tiempo, con la mirada
puesta en la vida futura y como llamado a la gloria.
La solemnidad
de Todos los Santos pone ante los ojos de nuestra fe a todos aquellos que han
alcanzado la plenitud de su llamada a la unión con Dios. El día que conmemora
los Difuntos hace converger nuestros pensamientos hacia aquellos que, dejado
este mundo, esperan alcanzar en la expiación la plenitud de amor que pide la
unión con Dios.
Se trata de dos
días grandes para la Iglesia que, de algún modo, "prolonga su vida" en sus
santos y también en todos aquellos que por medio del servicio a la verdad y el
amor se están preparando a esta vida.
Por esto la
Iglesia, en los primeros días de noviembre, se une de modo particular a su
Redentor que, por medio de su muerte y resurrección, nos ha introducido en la
realidad misma de esta vida.
Juan Pablo
II
Por los que
amamos...
No llores si me
amas... Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo... Si pudieras oír el
cántico de los ángeles y verme en medio de ellos... Si por un instante pudieras
contemplar como yo la belleza ante la cual las bellezas palidecen... Créeme.
Cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo
en el que te ha precedido la mía... Ese día volverás a verme... Sentirás que te
sigo amando, que te amé y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras
purificadas. Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis, feliz... Ya no
esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te llevaré de la mano por los
senderos nuevos de luz y de vida. Enjuga tu llanto y no llores si me
Amas.
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