Ser religiosa es pertenecer a la
misma estirpe de las primitivas vírgenes cristianas. Es haber mirado una vez
fijamente a la Luz y ya no ver fuera de ella apenas otra cosa que
tinieblas.
Ser religiosa es poseer un alma de precisión, un corazón de alta fidelidad. Es dar testimonio vivo contra tanto creyente que pretende trabajar en joyería espiritual con mentalidad y manos de un burdo herrero.
Texto del P. José Luis Martí, O.C.D
Ser religiosa es poseer un alma de precisión, un corazón de alta fidelidad. Es dar testimonio vivo contra tanto creyente que pretende trabajar en joyería espiritual con mentalidad y manos de un burdo herrero.
Ser religiosa
es dejar a unos posibles hijos, perderse en el vacío bosque de la nada para
casarse con Cristo en el Calvario, ese monte donde sólo se engendran almas. Es
renunciar a tener una familia como propia con el único anhelo de que todos te
llamen: ¡Madre!; de que todos te griten: ¡Hermana!
Ser religiosa es permanecer en constante radioescucha a la espera de cualquier angustioso "S. 0. S.". Es tener el deber de servir sin el derecho a esperar las gracias.
Ser religiosa es permanecer en constante radioescucha a la espera de cualquier angustioso "S. 0. S.". Es tener el deber de servir sin el derecho a esperar las gracias.
Ser religiosa
es formar parte escogida de la reserva espiritual del mundo, es consagrar la
vida a inyectar eficacia divina en obras puramente humanas; es, como dijo el
Maestro, escoger sencillamente la mejor parte.
Ser religiosa es todo eso. Y por eso, a
Ser religiosa es todo eso. Y por eso, a
SER
RELIGIOSA
SER
RELIGIOSA
gradezco a Dios la gracia de, además de ser mujer, ¡¡¡SER
RELIGIOSA!!!
Texto del P. José Luis Martí, O.C.D
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